Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

sábado, 24 de mayo de 2014

Cuentos reunidos, de Clarice Lispector (Reseña nº 647)



Clarice Lispector
Cuentos reunidos
Siruela, 2013

Este libro contiene los siguientes títulos: Lazos de familia, La legión extranjera, Felicidad clandestina, El viacrucis del cuerpo, ¿Dónde estuviste anoche? y La bella y la bestia.

Clarice Lispector (Ucrania, 1920- Brasil, 1977) es una de las figuras de la literatura moderna de las letras sudamericanas, y por qué no, internacionales. Vivió en Brasil, escribió en portugués y su obra es, a pesar de su carácter universal, netamente latinoamericana. De hecho, abandonó su tierra natal siendo una niña y jamás se consideró ucraniana. Hablemos de estos Cuentos reunidos.

 Hay ocasiones en las que la literatura se adentra más allá de sí misma y descompone las frágiles fronteras de los géneros y los tópicos. En los seis libros de cuentos que integran este volumen podemos afirmar que una línea que cartografía un alma literaria única y personal los convoca y los convierte en una sola voz que a lo largo del tiempo ha alcanzado su timbre y su inequívoca musicalidad. Una especie de sintonía, de melodía, que a pesar de sus distintos compases, tonos y ritmos, acaba por sonarnos única, reconocible. Los cuentos de Lispector están teñidos de una mágica melodía que proviene de lo más hondo del ser, de la mujer. Si el lector espera narraciones al uso, las encontrará en muchos casos. Pero la verdadera potencia de la literatura de la escritora brasileña radica más en su ritmo que en su letra, musicalmente hablando. Porque, como decíamos, la poesía atraviesa la prosa (se confunde también) de muchos de los cuentos que aquí comentamos. Hay en esa declinación espiritual de la palabra una búsqueda de la identidad y de la individualidad dentro de un mundo familiar, urbano, desapacible. Un mundo a menudo peligroso, desafiante, despiadado, en el que un alma sensible como la de la narradora (posiblemente la escritora también) siente la amenaza sutil de lo invisible. 

Hay renacimiento, como si a cada instante la vida se nos ofreciese en pequeñas revelaciones, epifanías místicas del propio ser. En ocasiones la narración se troca en monólogo interior woolfiano (aunque a Lispector no le agradase esta comparación), pero teñido de una sensibilidad que tan solo la sangre de un país sureño posee y es capaz de conceder. Sí, creo que ahí se encuentran dos claves de la cuentística de Lispector: instrospección a través de un lenguaje poético y sensibilidad  telúrica,  el extrañamiento característico de un realismo mágico muy indefinido y personal.

El amor. Por supuesto está presente en todas sus formas. Al igual que no hallamos fronteras que delimiten el género poético del prosaico, tampoco nos toparemos con escollos a la hora de encarar a eros. Entre personas del mismo sexo, entre una mujer casta que descubre su sexualidad gracias a la visita inesperada de un ser de otro planeta. El redescubrimiento del deseo y la carne por una octogenaria ataviada de sus prejuicios…

La fuerza interior que emana de una mujer, a través de la innovadora escritura o la fórmula del cuento clásico, predominan y sobrevuelan las narraciones de Clarice Lispector. Personajes urbanos, niños, animales. Cualquier criatura es en estas poesías parte integrante de un escenario que no hace sino cartografiar el universo interior de una mujer cuya existencia interior parecía tender hacia lo universal, como Joyce, partiendo de lo nimio.

No sé si serán estos los mejores cuentos que he leído. Pero son una experiencia única y ya sabemos que la originalidad es una de las características de los genios.

Pedro Pujante

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