Revista de creación literaria en busca de creadores del mundo

viernes, 11 de julio de 2014

Poesías, de Isidore Lucien Ducasse (Reseña nº 669)



Conde de Lautrémont
Poesías
Renacimiento, 2014


Es más célebre por sus Cantos de Maldoror, esos himnos poéticos al mal, a lo obsceno y lo monstruoso que subyugaron y sirvieron de fuente de inspiración al grupo surrealista. De hecho, Breton, que siempre lo reivindicó, lo incluyó en su Antología del humor negro, junto a Kafka, Dalí, Alfred Harry, Swift, Nietzsche o Carroll. También en el poco conocido libro-catálogo, Los raros de Rubén Darío, ocupa algunas páginas y lo categoriza familiar literario de Poe. No obstante, para conocer en su totalidad la proyección poética de Isidore Lucien Ducasse (Uruguay, 1846 – París, 1870) habrá que acercarse a esa otra cara del díptico que compone su obra completa: Poesías.

A pesar de su título no habrá el lector de conducirse a engaños. Este libro no es estrictamente un libro de poemas al uso. Hay aliento poético, bien es cierto, pero en prosa, y por sus características formales y argumentales se aproxima más al aforismo, a la reflexión literaria y la introspección racional.

El volumen se divide en dos partes. En la primera se adentra en en el mundo de las ideas, el espíritu, la literatura y se podría considerar como un testamento literario, una declaración de principios éticos y estéticos en torno a sus filias librescas, culturales, existenciales. Abomina, como luego harían casi un siglo después los vanguardistas del Nouveau Roman, de la novela tradicional: La novela es un género falso porque describe las pasiones por sí mismas…’. Para acabar esta primera parte, parafraseando a Shakespeare exclama, y sirva de síntesis de parte de su pensamiento: ‘Todo el agua del mar no bastaría para lavar una mancha de sangre intelectual’. Sin comentarios.

En la segunda parte continúa el camino que empezó en la anterior, aunque parafraseando, rescribiendo y tergiversando los pensamientos de otros autores, en un juego intertextual rico e inteligente: Dante, Shakespeare, Pascal o Hugo, entre otros. Autorizó y convirtió el plagio en sistema de escritura antes que Borges.

Si en Cantos hay una inclinación hacia el mal, en estas poesías se advierte una intención totalmente opuesta, que convierten a Ducasse en uno de los escritores más extraños y ambivalentes de las letras francesas. 

Falleció demasiado joven para poder continuar la que sin duda hubiese sido una de las obras más impactantes, renovadas y revolucionarias de la Literatura.

Por cierto, esta edición de Renacimiento, no solo es necesaria, también es acertada y completa. Muy cuidada, con notas aclaratorias e índice de autores, obras y personajes citados. Y un cuerpo bibliográfico. Y lo mejor: edición bilingüe.

No creo que leer a este conde sea recomendable sino inexcusable. Sobre todo para aquellos que ya conocen sus Cantos y quieran ampliar su comprensión del proteico autor uruguayo-francés. 

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